PRESENTACIÓN
Marcella Maltais nacío en Chicoutimi (Canada) el 9 de octubre 1933 y murío el 19 de setiembre 2018 en Quebec.
Ha compartido su vida entre Canada, Francia y Grecia. Durante su larga carrera de más de sesenta años, hizo más de cincuenta exposiciones in distintos paises. Exploró diferentes aspectos de la pintura sin tomar en cuenta a las tendencias y modas, siempre siguiendo su propria visión de la luz pictórica.
Presentamos su obra según el estilo y las épocas de su vida:
Los años escolares (1950-1956)
Los años líricos (1957-1967)
Los años luminosos (1968-2018)
LOS AÑOS ESCOLARES (1950-1956)
Marcella Maltais nacío en Chicoutimi, Canada, en 1933. Algunos años más tarde, la familia se traslada a Rivière-du-Loup y después, se establece en la ciudad de Quebec.
A los 13 años, durante sus clases secundarias, Marcella sigue clases para jóvenes en la escuela de Bellas Artes de Québec. Después de terminar la secundaria, en 1949, empieza a trabajar de día como secretaria en las oficinas de diferentes empresas, y al mismo tiempo, continua con sus clases libres durante las tardes, en la escuela de Bellas Artes, donde impartían cursos profesores de la talla de Jean-Paul Lemieux y Jean Dallaire.
Durante el verano, coloca su caballete en la región de Charlevoix y en la isla de Orleans en compañia de sus amigos François Soucy, Claude Picher y Edmund Alleyn. En marzo de 1955, al interior del Palais Montcalm, realiza su primera exposición de grupo.
« Tuve la suerte de que los profesores que me enseñaron fueron dos grandes maestros: los pintores Jean-Paul Lemieux y Jean Dallaire. Esos años (desde 1950 hasta 1954) fueron determinantes en mi formación. Descubría a Cezanne, el impresionismo, Vuillard, Derain, el cubismo. (...) Mis primeras obras: calles de la ciudad de Quebec y paisajes de Les Eboulements creados de propia inspiración. Entre los años1954-55, mi pintura se volvió más o menos expresionista. Estaba influenciada por un academicismo moderno.» (Michel Camus, Entrevista con Marcella Maltais, Obliques, no 16-17, Éditions Borderie, Nyons, France, 1978)
LOS AÑOS LÍRICOS (1957-1967)
En 1955, Marcella Maltais se muda de la ciudad de Quebec para establecerse en Montreal. Allá ella encuentra a los pintores automatistas, entre ellos, Guido Molinari, Claude Tousignant, Marcelle Ferron y Rita Letendre. Su estilo evolutiona hacia la abstracción. Expone sus telas, pintadas con la espátula, en algunas galerías de Montreal, así como en el Museo de Bellas Artes de Montreal. Las críticas comparen su búsqueda a las de Borduas y Riopelle, destacando su expresividad y su originalidad.
En 1958, Maltais cumple su sueño y se establece en Paris. Allá, encuentra a Paul Emile Borduas, su vecino de barrio, así como muchos artistas: Jean-Paul Riopelle, Alberto Giacometti, Samuel Becket, Yves Klein, etc. Como no tiene un taller, se dedica principalmente en obras pequeñas tal como diseños y collages.
« 1956 fue un año de ruptura. Quemé todo lo que había adorado: Vermeer, Vuillard, pintura de un tiempo pasado. Concentrétodas misenergías para estallar en mi nueva pintura no figurativa. Esta me parecía la única vía posible (...) Pintéde manera prolífica, fui haciendo muchas exposiciones, recibiendo las mejores críticas (…) A los 25 años, era une pintora casi consagrada! (...)Si hubiera seguido mi carrera con la misma fuerza, rápidamente, hubiera llegado a Montreal, a una cima, una falsa cima: un « gurú », un pintor oficial cubierto con becas y reconocimientos. » (Michel Camus, Entrevista con Marcella Maltais, Obliques, no 16-17, Les Édicions Borderie, Nyons, France, 1978)
LOS AÑOS LUZ (1968-2012)
EL AÑO 1968
En 1960, durante su primer viaje en Grecia, Marcella Maltais descubre la isla de Hydra, está deslumbrada por la luz. Compra una ruina, la restaura poco a poco afín de hacerse un taller. De ahora en adelante, permanecerá allá algunos meses cada año, sus telas se vuelven más claras, pero la abstracción la pone hacia un muro, la ha explorado a fondo y se encuentra dentro de un punto muerto.
En1968, mirando tras su ventana, aparece un paisaje luminoso. Instintivamente, toma sus pinceles y pinta la luz de esta escena: es una revelación. Redescubre el anhelo a la pintura y ahí está de vuelta al arte figurativo cual prioridad es la luz.
« (…) Había llegado a los límites de la pintura abstracta. Presentía que la pintura podría ser otra cosa: una experiencia global, única. Buscaba con confusión una dimensión superior(...) Durante muchos meses, destruí todo lo que estaba produciendo. Hasta ese día, en Hydra, cuando tuve la idea increíble para mí, pintar desde mi ventana el paisaje que veía. No comprendía lo que pasaba, pero sigue mi inspiración. Tenía la impressión de VER por primera vez de mi vida. Había encontrado lo que buscaba confusamente.» (Marcella Maltais, Notes d'atelier, Éditions du Beffroi, 1991)
LOS AÑOS 1970
Aquellos años son marcadas por la luz de Grecia, donde pasa algunos meses cada año. Es aquí, en Hydra, que ha vuelto a la figuración.
En 1972, durante una estancia en Quebec, visita su hermano Michel, el cual vive en una vieja casa quebequense en Saint-Isidore de Beauce. Impulsivamente compra la casa por una miseria.
A partir de ese momento, comparte su vida entre tres países y tres luces: Francia, Grecia y Quebec.
« La roca de Hydra rompió mi corazón. Me amarré a ella, sufriendo torturas de sed, de hambre, llamando la muerte que me liberaría.
Oí el martilleo infernal de todas sus piedras, repercutiendo en mi cabeza loca.
Abrí mis ojos al implacable sol que les ha cegados, desafié el fuego del cielo, lo robé.
Robé el azul del cielo, el azul del mar, extendí mi ardor sobre todos los techos, todos los peñascos, todas las llanuras.
Y mi visión se purifícó. Mi visión triunfó.
Esta mañana, escucho el silencio y la luz limpida atraviesa mis ojos lavados por la lluvia. » (mai 1973) (Marcella Maltais, Notes d'atelier, Éditions du Beffroi, 1991)
LOS AÑOS 1980
Durante esos años, el artista pasa sus veranos en Saint Isidore de Beauce. El depósito que utiliza como atelier se encuentra rápidamente demasiado estrecho. Con la ayuda de su hermano Michel, mandan a construir, en el mismo terreno, un nuevo taller más largo y luminoso. Así que, desde ese momento en adelante, ella pueda pintar telas largas, incluso en el invierno.
Sigue sus búsquedas, entregándose a las luces de Beauce, Paris y Grecia.
« Escoger el paisaje como punto de partida, como inspiración es una disciplina de luz exacta. No pinto este techo, este árbol, esta piedra, pinto la luz sobre este techo, este árbol, esta piedra. Dentro del paisaje se encuentran todos los planos posibles, y todo está bañándose de una luz sola y única, la luz es la vida, el color, y ésta luz vibra diferentemente sobre cada objeto, que sea un pedazo de techo, un trozo de roca, un tronco de árbol. » (Marcella Maltais, Notes d'atelier, Éditions du Beffroi, 1991)
LOS AÑOS 1990-2000
El decenio 1990 es caracterizada por la presencia de pinturas de largas dimensiones y polípticos. Sigue pintando su entorno: bodegones en su taller, la vida de los barrios de Paris y los paisajes de Quebec. Realiza algunos largos polípticos sobre Paris, entre ellos, “Voyage au bout de la Seine”, y “Au quai de Jemmapes”. Su obra culmina con “Taiga”, políptico de 20 telas, inspirada por sus viajes al norte quebequence, impregnada de belleza y de inmensidad.
Marcella Maltais ha perseguido su obra sin dar importancia a las tendencias y modas. Se dejó guiar por sus maestros y su propria visión de la luz pictórica.
Murió en Quebec en 2018.
« La luz griega es estática, pesa sobrecada elemento del paisaje, inmoviliza hasta las flores. Es inerte, inquietante y trágica.
Paris, es la interioridad. Esta luz que moderaes bien francesa, devuelve todo a su lugar, a su valor justo. El vecindario de los grandes maestros nos empuja a profundizar nuestroshallazgos.
En Quebec, la luz es brutal, metálica, cambiante. Su dureza no es la misma que la de Grecia, la luz griega es eterna y mística, la de Quebec es un desafío al hacha de los pioneros y al ojo del pintor.
En mi obra, donde la luz es una prioridad absoluta, estos tres países se adentran y me plantean, en mi búsqueda pictórica, problemas siempre diferentes y renovados. La unidad se encuentra en el silencio de mi taller parisino y en la confrontación con los grandes fantasmas que todavía habitan la ciudad: Delacroix, Manet, Vuillard y otros. » (Marcella Maltais, Notes d'atelier, Éditions du Beffroi, 1991)